domingo, 19 de mayo de 2013

UN FINAL



        Se miró las manos, estaban llenas de polvo; negras ¿Donde se había ensuciado así? ¿En el descampado que había atravesado escapando de la policía? Quizás, era de noche y no había visto si lo que pisaba era pasto o tierra, o tal vez fuera cuando se tropezó justo enfrente del lugar en el que se encontraba ahora, o cuando abrió la puerta del negocio en el que se  estaba escondiendo desde hace dos horas. No lo sabía ni le importaba en ese momento.
        Nunca  había previsto ese final para su vida, esa locura que era su realidad, tan lejana a la que sí había creído posible alguna vez. Allí estaba, sentado detrás de un mostrador de madera marrón oscura, casi negro, entre vidrios rotos y ropa  que nunca hubiera  comprado aún si hubiera podido. Una bola negra apareció en su garganta; no solida, ni siquiera real; mas bien una condensación de sus miedos, angustias y odios que presionaba sobre su traquea y le impelían a gritar, a pedir ayuda a  quienes lo habían abandonado hacía mucho, pero no lo hacía, porque sabía que en cuanto gritara tendría una bala  en su cuerpo, así que se acomodó en su lugar y revisó el cargador de su arma: apenas dos balas. Afuera, veinte posibles destinatarios para  ellas , también armados, se acomodaban y esperaban.
        Eran las  veinte y quince, ya hacían quince minutos que lo esperaban  afuera,lo habían rodeado y no  había tenido otra que entrar en ese negocio cerrado ¿Que le quedaba? Dos balas, 20 policías, y él mismo... ah! y algo de ropa  gratis, y vidrios. Una leve brisa entraba por algún lado, trayendo consigo olor a pólvora , afuera parecía una fiesta, oía bocinazos y gritos... lo habían convertido en un espectáculo. Escuchaba algunos periodistas describiendo la situación como si fuera un partido de fútbol ¿ Sería visto como un  monstruo o como una víctima? Le habría gustado saberlo, buscó un televisor en el local con la mirada pero estaba desenchufado y no se animaba a  moverse para prenderlo, suspiró. Sintió una punzada de dolor en la boca del estomago....¿Le habían pegado un balazo en la corrida? No creía pero podía ser....tal vez la adrenalina le había quitado la percepción del dolor.... pero se revisó y estaba intacto, tal vez el dolor era por un golpe al caerse  enfrente.
        Entonces oyó una voz estridente hablando por un megáfono:

- ¡Salga Suarez! ¡No tiene salida!

        Salida... ¿Quien dijo que buscaba una salida? Era el punto final, su ultimo día, el fin de un ciclo.

-¡Si no sale lo vamos a ir a buscar! 

.......

- ¡¡Por favor!!¡¡¡Hagamoslo fácil!!!

        Nunca había hecho nada fácil para alguien cercano a él, siempre enredaba todo, siempre había sido el problemático  Herencia del padre, quizás ..¿Seguiría en Batan? Hacía años que no lo veía, a lo mejor lo estaba observando por  tele, o escuchando por radio, ojalá;  que supiera en qué lo había convertido.

-¡Piense en su familia!

        Eso estaba  haciendo  precisamente, en su padre golpeándolo todos los días, en su risa salvaje, en sus nudillos de granito, gracias viejo ¿Y su madre? nunca la conoció, era solo una foto gris  de antes de que él naciera.
        Finalmente las luces de afuera  iluminaron  la entrada, se venían, por fin. Suarez se arrodilló, revisó su arma y pensó: "llegó el momento". Varias imágenes se le cruzaron por la mente : sus amigos de la infancia(" ...juan, Alberto, rengo, Gustavo..." ), su primera novia ("... Bárbara..." ), sus padres y su vida actual de robos, drogas y  alcohol. Cada una de estas imágenes formaban un camino directo a ese presente que lo envolvía y lo atrapaba, habían sido veinticinco años de historia  pero parecían cincuenta, llenos de violencia, maltratos y  callejones sin salida. Miró hacia afuera y vio a los policías, la gente y los medios, todos buscando sangre, él sabía eso,  desvió su mirada al cielo (en realidad al techo del negocio) : "... ni siquiera ahora tengo paz...".
        Se levantó despacio, sujetó su  revolver con fuerza y apuntó a la puerta del local. Finalmente, dejó que la bola oscura alojada en su garganta saliera en forma de un grito desgarrador que cortó  el bullicio de afuera e hizo que todos  se callaran, un grito que surgía de un chico golpeado, de un adolescente  abandonado, y de un adulto incomprendido, un grito de 25 años. 
        Mientras corría hacia afuera sintió la brisa  nocturna  contra su rostro, luego, un pinchazo en su pierna, pero siguió corriendo, iba a disparar pero soltó el arma, no valía la pena. Corrió y corrió  atravesando la puerta  en dirección a la multitud, las luces lo cegaron, los gritos lo  ensordecieron, sintió  otro pinchazo en el brazo derecho, después en la pierna izquierda, luego  en todo su cuerpo. Entonces todo se volvió negro y  cayó sin vida entre balas, sangre y gritos.